sábado, 12 de abril de 2014



Tener la piel sensible es una realidad para muchas mujeres. Los cambios de temperatura, la contaminación e, incluso, la alimentación pueden ser responsables de las pieles sensibles.

Las reacciones más habituales que se producen en gente con la piel sensible van desde las más leves, que suelen ser rojeces, hasta consecuencias más graves y complicaciones que pueden afectar, incluso, a las vías respiratorias si se trata de reacciones alérgicas a ciertos productos.

Los tres problemas fundamentales que se encuentran bajo el término piel sensible son la rosácea, que se caracteriza por la aparición de rojeces e irritaciones en algunas zonas del rostro cuando hay cambios bruscos de temperatura, la dermatitis atópica, que presenta descamaciones en el rostro, cuero cabelludo y en las extremidades, y las alergias a cosméticos, que producen desde rojeces hasta la aparición de erupciones acompañadas de fuerte escozor y sensación de quemazón en la piel.

En el caso de la rosácea, se recomienda evitar el sol y, si hay brotes fuertes, los medicamentos prescritos por un profesional serán la mejor solución. En pacientes con dermatitis atópica, el seguimiento de un médico es básico y se suele tratar mediante cortisonas suaves. Las alergias a cosméticos son más difíciles de tratar, ya que hay que dar con las sustancias que las desencadenan y será el médico el que establezca un protocolo y explique qué componentes rechaza nuestra piel.


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